lunes, 16 de abril de 2012

Albierth de Oliveira - Ella era para mi

A ella la observaba con ilusión. Me brillaban los ojos con tan solo escuchar su nombre. Yo a ella le construí un hermoso mundo lleno de los más bellos tesoros que se encuentran en este planeta. A ella la apreciaba con solo escucharla hablar; verla modular aquellos hermosos labios. La admiraba con el simple hecho de verla parada, sentada, caminando o incluso escribiendo concentrada en su cuaderno.
Con tan solo verla podía imaginar cualquier precioso paisaje existente en este mundo lleno de penas, dolor y agonía; lleno de aquellos dolores que, con nada más oler su fragancia, con simplemente admirarla o ver su rostro: se me olvidaban. Ella hacia que ignorase las tristezas y las guerras; ella era mi paz.
Ella se había convertido en mi mundo mágico lleno de estrellas fugaces. Se había vuelto un sinfín de ilusiones y promesas futuras. Se había convertido en mi musa, se había vuelto mi salvadora. Mi heroína; el amor de mi vida. Ella era todas las cosas buenas de este mundo y por cada virtud tenía un defecto. Esos mismos defectos que me hacían amarla más, que me hacían apreciar más su hermosa silueta, sus perfectos pómulos, sus suaves manos. Ella se había vuelto mi todo y mi todo era nada frente a ella. La autoproclame: Reina de mi corazón, Dictadora de mis sueños, Emperatriz de mi alma, Diosa de mi mente, Dueña de mi cuerpo y Destinataria de mis palabras.
La hice colocar en un pedestal, trate de decirle que la amaba ciento de veces, trate de recordarle que solo ella estaría en mi corazón, que solo ella proclamaría mi alma. Y, –eres lindo—, me dijo. –Me pareces una persona muy especial—. Volvió a decir. Y me alegre, me sentí alguien feliz. Aún más feliz de lo que su simple imagen me hacía. Salte a la luna y volví a caer en la tierra. Regrese del mundo de los muertos, de los desamparados y de los corazones rotos. Y todo por ella, tan solo ella, fue la que me alegro el alma, purifico mi mente y revivió mi corazón. Me sentí perdido en un mar de corazones, me sentí siendo tocado por la mano de mi padre Dios. Era el momento más feliz de mi vida.
Fue el momento más feliz de mi vida. –Su corazón pertenece a otro. Todo este tiempo lo quiso a él—. Me dijo una voz de confianza, una voz que solo quería mi bien y me defendería a cualquier costo. Mi mejor amigo, mi hermano. –Guillermo, ella ve a otra persona, ella ama a otro ser. Ella se ilusiono con otro corazón y se desvió por otro amor—. Me dijo manteniéndome al tanto. –Déjala de amar con tranquilidad o simplemente no te preocupes, solo hazlo por saber si es feliz—. Me aconsejo.
Y aquí estoy, aquí me encuentro. Escribiéndole a su imagen; muerto y sin vida. Sin corazón y sin alma. Feliz y triste, alagado e insultado. Estoy aquí dedicándole palabras en pasado, ejemplificando, solo lo que fue, a ella. Ella para mí. Ahora estoy en este lugar deprimido y sin rumbo: el amor de mi vida no es la jefa de mi hogar. No es la mano que sostengo, no es el dedo en donde posa mi anillo de compromiso.
Ahora ella ya no es aquel ser que fue hace tanto tiempo. Ahora no la amo de ese modo, no ahora que sé que su corazón pertenece a otro hombre, a otro “Ciudadano del mundo”. Mi alma no siente lo mismo que mi corazón y mi cuerpo no hace lo mismo que mi mente.
¡Ella se ha vuelto todo eso que nunca puede ser una mujer! ¡Ella se ha convertido en todo aquello que nunca sentiré por alguien! La amaba, la amo, la amere y moriré amándola. Ella fue, es y será mi todo y mi todo fue, es y será, nada frente a ella. La amaba antes de saber que ella amaba a otro, y la seguiré amando aun sabiendo que no me ama. Porque si mi corazón pudo pertenecerle antes de aquello, aun puede pertenecerle sin que ella sepa. Ella no sabe que yo la admiro como la mujer emprendedora que es, ella no sabe que la aprecio como la maravilla de chica que se ha convertido. Ella solo cree que me gusta, ella ignora que es mi mundo.
Y aquí estoy, viviendo mi vida y viéndola vivir la suya. Le amo y nadie lo cambiara. No porque ella pertenezca a otro dejare de amarla y eso es lo que ahora hago. Mi mejor amigo me dijo que hiciera lo que mi corazón proclamase y mi corazón proclama que la ame, porque lo que me hace feliz en ella no es cuanto me ama a mí sino cuanto es capaz de amar. Lo que me hace feliz a mi es verla feliz a ella. Y por eso en este momento estoy viviendo mi felicidad. Dios no nos hizo solamente para ser amados; Amado soy, pero no por aquella hermosa criatura. Bendita sea ella, que es amada por dos hombres. Bendita sea ella que es amada con corazón. Eso es lo que me hace feliz, la felicidad que vive en ella.

Atte: Guillermo…

1 comentario:

Anónimo dijo...

26*--*